Desde hace algún tiempo, observo que cada vez más gente convive con un mal actual al cual no se le presta toda la atención que deberíamos: al ansiedad. Está ahí, aparece muchas veces sin un motivo aparente (aunque esté ahí, oculto) y nos dificulta nuestra vida diaria. Personalmente, llevo casi tres años conviviendo con una ansiedad bastante crónica a diario (aunque el problema venía de antes), y he pensado que tal vez compartir un poco mi experiencia y uno de mis trucos para afrontarla pueden resultar útiles a algunos de vosotros. Quiero dejar claro que todo lo que cuento es desde un punto de vista personal y aplicado a mí; lo que a mí me funciona puede no funcionar a otra persona, y es normal.
La
ansiedad es una respuesta de nuestro organismo ante una situación de peligro que activa en nuestro cuerpo unos mecanismos de defensa, produciendo en nuestro cerebro más adrenalina, la cual se encarga de mantenernos alerta, acelera nuestro ritmo cardíaco para que se bombee sangre a los músculos (por si tenemos que salir corriendo) y aumenta nuestra frecuencia respiratoria para que oxigenemos mejor. Como podéis imaginar, esto era muy útil para cuando vivíamos en cavernas y teníamos que ir a cazar nuestra comida, es una respuesta natural y lógica de nuestro cuerpo a este tipo de situaciones. Pero en la sociedad actual en la que vivimos,
la ansiedad se ha convertido en un enemigo más que en un aliado, ya que activa mecanismos de respuesta excesivos para las situaciones diarias a las que nos enfrentamos. Cuando la respuesta que nuestro organismo da ante una situación que genera ansiedad es desproporcionada, incontrolable, repetida e interfiere en nuestra vida diaria, hablamos de un
trastorno de ansiedad.
Quiero dejar bien claro antes de seguir que
NO OS AUTODIAGNOSTIQUÉIS.
Si estás leyendo esto y crees que puedes sufrir este trastorno o alguno relacionado, ve a tu
médico y explícale lo que te pasa. Ni mucho menos vayas a automedicarte,
y si tu médico cree conveniente que has de tomar algún tipo de
medicación para lidiar con la ansiedad, pídele que te explique qué es,
cómo has de tomar dicha medicación y cómo y cuándo bajar la dosis. No te estoy
diciendo que te abalances a la opción de tomar ansiolíticos como si no
hubiera un mañana, pero hay mucha gente que necesita ayuda para superar
algunos ataques. No te asustes si has de tomar medicación, y cuando
sientas que recuperas el control sobre ti mismo, comienza a dejarla.
Hay diferentes tipos de trastornos de ansiedad, pero yo quiero hablaros del que me afecta más directamente a mí, el
Trastorno de Pánico. Este trastorno se da cuando por regla general sufres ataques de pánico y vives preocupado por cuándo será el siguiente. Un ataque de pánico se puede generar por un pensamiento repentino sobre un tema que te preocupa, el cual dispara tu ansiedad en cuestión de segundo a unos niveles que tu cuerpo no puede soportarlo. Normalmente
sientes presión en el pecho, dificultad para respirar (eso a veces hace que lo confundas con un ataque al corazón),
mareo, náuseas y dolor de estómago. Es frecuente pensar que vas a morirte en ese mismo momento, y todos tus sentidos se ponen en extrema alerta. Las situaciones en las que aparecen no tienen que ser necesariamente situaciones de estrés; a mí por ejemplo me pasa muchísimo de noche, cuando estoy en la cama a punto de dormir. Como podéis imaginar, al sufrir un ataque de pánico, tus ganas de dormir se van al carajo, aunque tu cuerpo se sienta agotado (normalmente al día siguiente te sientes bastante zombie, con dificultad para pensar, enfocarte en una actividad o incluso realizar tareas físicas). Normalmente este trastorno viene acompañado de otro conocido como Trastorno de Ansiedad Generalizada, el cual implica tener unos niveles de ansiedad constante las 24 horas al día. También es normal que, antes trastornos de ansiedad, la persona sufra de insomnio.
Os podéis hacer una idea sobre lo "divertido" que es para muchos de nosotros vivir en un estado de tensión constante, preocupados por cosas que a veces se escapan a nuestro control y no siendo capaz de racionalizar coherentemente estos pensamientos.
Cuando sufres ataques de pánico de forma repetida, eres capaz de identificar con el tiempo cuándo estás a punto de sufrir uno. Esto es importante, porque a mí me ha ayudado para empezar a entrenarme en cómo evitarlos. Lo que voy a explicar se enfoca un poco dentro de las
terapias cognitivas de Beck y Ellis, quienes proponen el
promover el diálogo interno y combatir los pensamientos irracionales/disfuncionales y las distorsiones cognitivas que nos generan la ansiedad.
Ante un pensamiento disfuncional, sentiremos que la ansiedad se abalanza sobre nosotros y que tenemos dificultad para respirar y presión en el pecho. Cuando esto me ocurre, antes de enfrentarme a ese pensamiento intento siempre relajarme. Es muy importante intentar relajarnos, porque de no hacerlo, sufriremos un ataque de pánico y no seremos capaz de racionalizar ese pensamiento disfuncional (soy consciente de que es fácil decirlo y difícil de conseguir, pero creedme, se puede).
En mi caso, para conseguir desviar mi atención de la ansiedad, he identificado algo que me hace enfocar mi atención en ello, me trae buenos recuerdos y consigue transportarme a lugar de calma:
Harry Potter. Sí, podéis reíros, yo también me río cada vez que pienso en ello, pero a la vez estoy tremendamente agradecida de ser capaz de evadirme y tranquilizarme con sólo empezar a escuchar en mi cabeza la sintonía tan característica de su banda sonora. Buscad algo que os evada: un videojuego, unos libros, una serie de televisión; y elegid algo (su música, una frase, un fotograma que os llame la atención) para tenerlo como referente y que os ayude a llegar a ese "lugar seguro" con facilidad. En mi caso, una vez empiezo a pensar en la historia narrada en Harry Potter, me dejo llevar e intento por todos los medios empujar el pensamiento disfuncional fuera de mi cabeza. A estas alturas de mi vida y en mi situación actual, me suele funcionar entre un 70 y 80% de las veces (y os puedo asegurar que detener entre 7-8 de cada 10 ataques es un logro para mí). Una vez ya estás sumergido en tu "lugar seguro" y te sientes relajado (respiras bien, no hay presión en tu pecho, tu ritmo cardíaco es normal...), puedes enfrentarte a ese pensamiento o bien puedes dejarlo aparcado y enfrentarte a él cuando te sientas fuerte y más despierto (en mi caso intento hacerlo siempre a la mañana siguiente con el café, tras dormir). Repito: llegar a este punto me ha costado mucho entrenamiento y autoconocimiento, pero es un camino que no me arrepiento de haber recorrido.
Los pensamientos disfuncionales no suelen ser siempre incoherentes o cosas absurdas que nos pasan por la cabeza. Normalmente suelen ser situaciones a las que hemos de hacer frente (un examen, un trabajo, una operación, ir a comprar el pan...) pero a las que tenemos miedo o nos cuesta enfrentarnos. Para hacerlo, mi consejo es repetirnos que vamos a hacer todo lo posible por superar esa situación, que vamos a batallar como si no hubiera un mañana y que, salgamos o no victoriosos, vamos a intentarlo. Y, muy importante, si durante este enfrentamiento sentimos la necesidad de llorar para desahogarnos, hacedlo, no os contengáis. Relacionamos las lágrimas con la debilidad, cuando son una estupenda vía de escape para liberar estrés. Nunca, repito, NUNCA os contengáis las lágrimas, ni en este momento o durante un ataque de pánico. Llora todo lo que necesites, ya que es un gran alivio.
Os parecerá un consejo muy tonto el que os acabo de dar, pero a mí me hubiera gustado que alguien hace años me hubiera explicado todo esto y normalizado la situación. Ojo, aunque parece sencillo todo lo que digo, no es nada fácil. Implica un nivel de autoobservación y autoconocimiento bastante elevados, y el camino hacia ellos no es sencillo.
Pero merece la pena, sobre todo intentarlo.
Dibujos de
Shawn Coss.
Translation: Today I talk about Anxiety and how I confront it. Click the translate button on the sidebar!