Contoneándose, bailando entre las sombras, flashes de luz y Lágrimas de San Lorenzo; un movimiento, otro, y otro... Susurrando palabras sin llegar a pronunciarla, bailando sola con los espectros de la muerte... Calíope suspira, emocionada; escucha sus palabras, siente el frío de sus latidos, la humedad de sus transparentes lenguas sobre su espalda, los latigazos obscenos de sus inertes manos... Y no se arrepiente de nada en absoluto, de nada de lo que ha podido decir, de nada de lo que ha podido hacer.
Jamás pensó que bailar con un escalpelo en sus manos fuera tan enriquecedor, que cortar la carne produjera tanto placer... Carne humana que desearía llevarse a sus labios y comer... Pero aún no sentía predilección especial por el canibalismo y ése tipo de filias culinarias.
"¿O tal vez sí?"
"No me tientes, Oniros, o sólo querré morder lo que hay bajo tu piel, aquello que existe dentro de ti, aquello que ansío, entre jadeos, cada vez que te siento cerca de mi nuca; cada vez que muerdes mi cuello y te apoderas de mi ser. Podré entonces crear figuras vivas de materia inerte, podré entonces ver más allá de todos los velos, sentir lo que hay al otro lado, oler la humedad que allí se acumula, expectante de ser respirada por mi cuerpo."
¿Dónde quedaron las grandes esperanzas, dónde se ocultan los pequeños sueños?
"Un corte más del bisturí, unas pinzas... ahí, en tu rubí rojo guardado en el pecho. Justo ahí está lo que más deseo lamer."
Algún día viviremos en un mundo rojo rubí, y entonces oh, todo será tan bonito... tan bonito y tan vacío que no nos hará falta nada más.
detras de cad palabra
ReplyDeleteestá la vida latente...
incluso la muerte
habla del nacimiento...
este paseo infinito
rebosa de sangre,
carne y fuego...
pero eso,
no es mas que materia...
detras de detras de detras
no hay nada...
lo esencial es invisible a los ojos...
por qué...?
el bucle se rompe
y la canción continúa...
El color rojo rubí jamás sentó tan bien a una sola manzana.
ReplyDeleteHaga lo que crea conveniente tras este comentario: los melocotones van rodeados de una extraña pelusa, personalmente no demasiado agradable. Quíteles esa piel y ya no será lo mismo. Llámelo morbosidad o, mejor, curiosidad por la repugnancia de un ego hacia lo mentalmente insatisfactorio.
Lo dicho.
Haga lo que se le antoje.
Ha tocado trato excesivamente respetuoso.
No se me acostumbre.