Hoy, en este preciso momento, hace 3 semanas que todo terminó, y una semana desde la última vez que nos vimos. Durante estas tres semanas he llorado mucho y he estado en momentos muy oscuros, más de los que hubiera podido imaginar. Todavía estoy en ellos, para qué engañarnos, pero si bien siento una tristeza muy profunda en el pecho, también siento a ratos un pellizco de ira en el estómago. Éso es bueno, cuando comienzas a sentir algo más aparte de tristeza, ¿verdad? Por éso lo comparto con vosotros, porque sé de sobras que no soy la única a la que le pasa o le ha pasado este tipo de cosas (aunque también me permito ser un poco egoísta, ya que me está pasando a mí, y duele); porque en un futuro, quizás, leer esto que escribo os puede ayudar a comprender o a avanzar en un momento duro de vuestras vidas.
Tengo a bastante gente a mi alrededor que se preocupa por mí casi a diario, lo cual me hace pensar que realmente me han visto mal (en especial mi amiga Rose, que no dudó en coger un avión para plantarse apenas para unas horas en Barcelona; o Andrés, que no ha dudado en enviarme mensajes y me aguanta por Skype). Y la verdad, no sé qué decir para agradecer a toda esta gente que me rodea y se preocupa por mí, más allá de dar las gracias, claro. Aunque haya momentos en los que estoy inconsolable, gracias por al menos, intentarlo. Gracias por tratar de sacarme una sonrisa, gracias por todas vuestras palabras de ánimos, por los consejos (aunque algunos no me los aplique o no me valgan), por sencillamente escucharme. Por asentir positivamente cada vez que me digo "no es cuestión de lo que siento o no, sino de lo que merezco", tal como leí en el Pinterest de Sandra (cuyo blog leo constantemente, sobre todo cuando se sentía como me siento yo ahora; me ayuda también a avanzar).
No sé si la herida está sanando o no. Sueño mucho, muchísimo. Cosas que han pasado, cosas que no han pasado pero que parecen tan reales que podrían haber pasado con la llegada de la primavera. Una primavera que es inminente, y que me recuerda de forma constante todas las cosas que querría que hubiéramos hecho y no haré (cosas con las que sueño por las noches, cosas con las que me tortura el subconsciente; algo tan estúpido como ir a montar en bicicleta, o ir a la playa a pescar. Porque yo quería ir a pescar sí o sí a la playa este verano, entre otras muchas cosas).
De pronto tengo un lienzo en blanco delante de mis narices, y una vez más tengo que volver a pintarlo, aunque no sé qué colores utilizar; sobre todo porque aún tengo las manos manchadas de la pintura del lienzo anterior, un cuadro que me gustaba demasiado y con el que disfrutaba pintando. Un cuadro inacabado, todavía con la pintura bien fresca y con restos de lágrimas.Un lienzo cuyo tacto todavía siento de forma intensa, cuya voz se repite en mi cabeza cuando menos me lo espero, diciéndome cosas que, por mucho que se nieguen, se han dicho. Pero, al fin de cuentas, un lienzo que he tenido que quitar del caballete y apartar de mi vista, un lienzo cuyos colores me hacen tanto daño que, a veces me cuesta respirar.
Puede sonar estúpido, pero no puedo dejar de escuchar el nuevo single de The Horrors, una de mis bandas favoritas (los que me seguís en Tumblr y Pinterest lo sabéis bien). Su letra me tiene encandilada, y me provoca una sensación de calma que agradezco mucho. En cierto modo, me reconforta, sobre todo ése momento donde dice "Puedo ver tu futuro en ello, puedo verlo ahí". Sé que mi futuro está ahí, aunque yo ahora mismo no pueda verlo porque tengo los ojos demasiado hinchados de llorar; aunque esté agotada. Pero sé que está ahí, lo sé.
Me siento, de pronto, como si hubiera crecido de golpe. Como si hubiera madurado de la noche a la mañana, de un bofetón. Pero supongo que éso no es malo.