El acordeón suena, creando un ambiente de magia y decadencia que te envuelve lentamente, deteniendo el tiempo en un punto entre el todo y la nada, creando un agujero de gusano capaz de transportarte a un espacio y tiempo indeterminado, más allá de las estrellas.
Ondas que se expanden y encogen, plegando la distancia infinita en unos pocos milímetros, doblegando los sentimientos a su vaivén circense, haciendo acrobacias con los nudos que se forman en tu organismo... ¿Qué milagros de la física provocan esa mezcla de amor y dolor? Los caminos hormonales se activan y desactivan, y una mezcla de endorfinas se disparan en tu cerebro; sin darte cuenta, tus ojos se nublan ante la emoción...
Y es ahí cuando comprendes todo y nada, cuando entiendes por qué las incidencias no dejan escapar los rayos de luz de su interior y colapsan el tiempo, deteniéndolo todo; cuando observas que el tiempo se detiene poco a poco, a cámara lenta, como en las películas, como si fuera una escena de Julio Medem; una voz te susurra desde dentro que nada va a salir bien pero todo es hermoso y va a seguir hacia delante, quieras o no.
Inspiras, expiras, suspiras; y todo vuelve a andar y a moverse; al principio sin sonido, luego de forma más escandalosa y viva. Vida, sí, descubres de nuevo que estás vivo, y das las gracias o maldices, da igual; la sangre fluye al compás de tu pulso, de tu respiración, y te guste o no, es belleza en estado puro.
Sólo somos estrellas que colapsamos una y otra vez, a veces entre nosotros, otras veces sin la ayuda de nadie; creando agujeros negros en el tiempo y espacio: ajugejos de tristeza, agujeros de violencia, agujeros de amor.
Hola! Pues si, es lo que hay, o andas de nuevo o te regozijas en disculpas que van a ser escuchada, aún sabiendo que la culpa iba en todas direcciones y fué empuñada por todos de un modo u otro.
ReplyDeleteQuedas linkeada por cierto ^-^
Que me paso mas por el blog que por el LiveJournal