¡Hola a todos!
Hoy quiero compartir con vosotros una situación que me ocurrió ayer por la mañana. Desgraciadamente no ha sido la primera y no creo que sea la última, pero ahí va:
Ayer, las 8'30 de la mañana, me subí en el autobús 59 que va desde Poblenou a Mª Cristina. En la parada de Ramblas, un señor me preguntó cuánto tardaba en pasar, y amablemente le respondí que pasaba entre semanas cada 10 minutos, para luego seguir escuchando música a través de mis auriculares. En la foto que tenéis al principio del post podéis ver cómo iba vestida (la foto es del día anterior antes de salir de casa, pero la ropa era la misma, más un kimono semitransparente a modo de chaqueta.
Cuando el bus llegó prácticamente vacío, ambos nos montamos y yo me senté en un asiento en la parte media del autobús, sola. A pesar de haber muchísimos asientos libres, el señor se sentó a mi lado sin decir nada; yo ya me olía lo que iba a pasar, pero al haberme sentado en la parte de la ventana me dije "vamos a dar el beneplácito de la duda".
Obviamente no me equivocaba, porque a la siguiente parada, el señor ya me puso una mano en la pierna sin ningún motivo, bien colocada sobre mi muslo. "Disculpe", le dije, "¿Puede quitar su mano de mi pierna?". El señor se echó a reír y se hizo el sueco tras apartar la mano, pero al cabo de otros cinco minutos, volvió a la carga. En esa ocasión, por supuesto, no me contuve. "Le he pedido que no me toque, ¿acaso no me ha entendido?", dije en esta ocasión más alto y en un tono menos amigable. "No me he dado cuenta de que te estaba tocando la pierna, no te pongas así", me contestó él muy airado. "¿No se ha dado cuenta? ¿En dos ocasiones?", repliqué yo, "Me parece que entonces tiene usted un despiste muy grande. Déjeme salir, prefiero ir de pie", dije intentando levantarme.
"Tú lo que eres es una racista, mereces una bofetada", dijo entonces, sin ton ni son. No lo había dicho antes, pero el señor era de apariencia marroquí. Mi cara de estupor fue espectacular, pero más espectaculares fueron mis gritos hasta que no se levantó y me dejó salir de donde estaba. "¿Racista? ¿Una bofetada? A mí me da igual de dónde sea usted, lo que me importa es que está tocándome descaradamente sin mi consentimiento, Merece que lo denuncie por esto", dije mientras me levantaba.
Al cabo de un par de paradas más, él se levantó de su asiento y bajó del autobús sin decir nada, bajo la atenta mirada de todas las personas que allí estaban. Cuando se hubo marchado, una señora por fin mostró algo de apoyo, aunque tal vez no el apropiado; "Es que estos marroquíes son todos unos sinvergüenzas", me dijo casi en plan confidencial. "No se equivoque señora, ésto me ha pasado también con muchos españoles", fue mi contestación. Y ya está. Nadie más dijo nada, desde señoras de mediana edad a gente más joven que estaba en el autobús.
No es la primera vez que a mí o a muchas otras chicas nos sucede una situación así. Más aún, no es la primera vez que me acusan de ser "racista" por pedir que no me toquen sin mi consentimiento. Me parece una falta de respeto hacia mi persona (y hacia cualquier persona de cualquier género, pero en especial hacia las mujeres, ya que somos quienes más lo sufrimos) que intenten propasarse conmigo sólo por ser mujer. Y por propasarse ya no me refiero sólo a que intenten tocarte, sino que te acosen, te "piropeen", insulten o "den su opinión" sin tú haberla pedido, que te insulten por no sonreír ante un supuesto "comentario" hacia tu persona por el cual ni siquiera has preguntado. Me parece una falta de respeto que, por el mero hecho de quejarte de este tipo de situaciones (desgraciadamente) cotidianas nos tilden ya de histéricas, exageradas y "feminazis". En serio, basta ya.
Soy una persona que, cuando veo este tipo de situaciones, me considero incapaz de callarme. Sí, algún día me meteré en un buen lío por ello; pero no voy a dejar de quejarme a pesar de ello. Si puedo ayudar a alguien en una situación así, voy a alzar mi voz. Y os animo a que vosotros también lo hagáis. No acabaremos con este tipo de situaciones hasta que perdamos la vergüenza a decirlo en voz alta, ya sea porque la estamos sufriendo o porque estamos siendo testigos de cómo sucede. El micromachismo (que en sí aquí no es el tema del señor propasándose, eso tiene poco de micro; es la "normalidad" con la que la gente alrededor actuó) es algo cotidiano que tiene que acabar. Está en nuestras manos.
Translation: Something that happened to me yesterday at the bus. We must stop these situations. Please, click on the Translation button for reading in English.