A veces me pregunto dónde está el límite de las cosas.
Qué nos separa de un lado u otro del río; en qué momento pasas de amar a odiar a alguien y viceversa.
Por qué un día te ves estupendo y al otro horrible; qué provoca que seas inteligente para algunas cosas y terriblemente estúpido para otras.
Qué mecanismo se activa en tu cabeza para, un día, ser una persona normal... y al día siguiente, cojear física o psicológicamente.
El caso es que, cuando comienzas con ése cojeo, no te das cuenta de lo que sucede... pero al cabo del tiempo los fantasmas comienzan a susurrarte al oído; y no necesariamente son los fantasmas del pasado los que vienen a por ti. ¿Qué hacer entonces, cuando no sabes cómo ponerle remedio a esas voces que distorsionan tu presente?
¿Cómo detener al sociópata cuando éste es perfectamente consciente de lo que es? ¿Qué hacer si el cobarde es incapaz de enfrentarse a sí mismo? ¿Si el embustero sabe que miente y se miente a sí mismo con ello?
¿Realmente nos hemos parado a pensar quién pone los límites? ¿Quién decide qué es estar cuerdo y qué es estar sordo? ¿Son fiables ésas personas? ¿Quién los evaluó a ellos? ¿Quién les dio la potestad para elegir lo correcto y lo erróneo?
¿Y si los cuerdos somos nosotros... y los locos los demás?
¿Me seguirías acompañando en este baile?