Lo vemos todos los días en las noticias, lo escuchamos por la radio, en los programas del corazón... se hacen campañas de prevención, se trata de evitar que suceda... pero sigue sucediendo, y cada vez más.
El caso de Marta del Castillo hace que te plantees cuán segura estás rodeada de gente; te replantea y hace mirar con otros ojos al género masculino... ¿Y si no es tna encantador como parece? ¿Y si, a pesar de ser ahora amable conmigo, se pone violento cuando haga algo que no le guste?¿Acaso tengo que vivir en la sociedad de "las Mujeres Perfectas"? Luego te lo niegas en tu propia cabeza, "No, a mí no me va a pasar, por favor". Hasta que pasa.
Este pasado fin de semana un elemento subversivo estuvo reteniendo (y casi agrede) a una de mis mejores amigas contra su voluntad. Suena a coña, no te planteas que alguien que va de progre, cool y moderno, pueda tener una reacción así. Y no obstante, la tuvo. Ahora esta chica se debate entre el terror y la misantropía máxima hacia el género masculino... y lo mejor, la "culpa", es de ella.
Claro que la culpa es de nosotras. Es de nosotras por dejarnos engatusar por palabras y caras dulces. Es de nosotras por confiar cuando te tienden una mano. Es de nosotras, por ser claras y tener las ideas claras. Es de nosotras, por tener miedo.
Me asusta que cada vez pasen estas cosas con gente cada vez más joven, y de clases sociales tan dispares y diferentes; y con educación o sin ella. La violencia ya no es algo de las clases bajas o de zonas marginales. Nos afecta a TODOS. Y por mucho que trate de pararse, sólo engendra más violencia.
Porque claro, ahora soy yo la que quiere coger un bate de béisbol y partir cráneos. Porque el que hizo la ley, hizo la trampa. Porque todo es un juego político.
Porque somos una juventud violenta que tiene sueños de paz e igualdad.