Los días comienzan a ser un poco más largos, pero a mí me cuesta asimilar la luz que se nos viene encima. Todavía hace frío, y yo lo agradezco, porque así hace juego con lo que siento dentro de mí. No es ningún secreto el que me gusta el frío, ya que me pone de mejor humor que el calor. El calor, en sí, me gusta dejarlo entre las sábanas, entre los besos y en las sopas de verduras que preparo con mucho amor (y que me salen buenísimas, por cierto).
No sé si os ha pasado alguna vez, pero a mí la ansiedad me está helando las entrañas. Siento frío durante todo el día, y no es debido a la temperatura exterior, que me encanta (de hecho, ¡ojalá haga más frío!). No. Es como tener un trozo de hielo en la boca del estómago a diario, un trozo de hielo que no se derrite, aunque tampoco se extiende.
Estoy atascada conmigo misma, en un punto donde he estado antes pero del cual ahora mismo soy incapaz de salir. Y cuando esto te pasa, te sientes inútil, porque sabes que la respuesta está en tus manos, aunque no seas capaz de verla ahora mismo. Pero créeme, no sirve absolutamente de nada martirizarte o autoflagelarte por ello. A veces, las cosas son así. Así que te pones tu mejor sonrisa, sales de la cama y comienzas un nuevo día sin hacerte grandes expectativas de lo que te puede deparar. Al menos así la ansiedad no podrá morderte en las muñecas si resulta ser un día de mierda.
No creáis que mi sonrisa en las fotos es falsa, porque para nada es así. ¿Podría ser más feliz? Sin duda alguna. Siento que estoy realizando uno de los sueños de mi vida, y no lo estoy disfrutando. Pero lo conseguiré. Así que sonrío para recordarme a mí misma que, por muy puta que sea la ansiedad ahora mismo, puedo derrotarla. Ahora, al escribir sobre ella, estoy batallando sobre sus efectos. He decidido mostraros fotos bonitas y escribir sobre esta lucha que tengo dentro de mí para que comprendamos entre todos cómo se camufla, cómo esa persona que tienes al lado puede parecer completamente normal y de pronto, ante una adversidad que para ti puede ser pequeña, su pulso se acelera, hiperventila y comienza a temblar, sin poder detener estos efectos. Esto es así: a veces puedes pararlo, a veces no. En mi caso, desde hace más de un mes, no puedo detener a la ansiedad tanto como me gustaría. Y es una mierda, porque te parte todo en dos y no sabes qué estás haciendo mal para que no funcione lo que antes funcionaba.
No busco consuelo o dar lástima. Busco generar empatía con aquellas personas que han pasado o están pasando un proceso similar (¡no estamos solas!), así como con aquellas personas que nunca han experimentado algo así y no comprenden cómo funcionamos las que convivimos con esto a diario.
Os prometo, y me prometo, que voy a volver a escribir más. O al menos, voy a intentarlo. Básicamente porque es una de las pasiones de mi vida, y porque creo que es necesario el escribir más sobre la ansiedad desde un punto de vista personal. Compartir, aprender juntos, crecer.
Y porque, qué coño, no estoy aquí para agradar a nadie.
A few photos from last December and a text talking about anxiety. I really think that we need to talk more about this.